viernes, 11 de mayo de 2012

Capítulo 3 - El Mensajero




El aire revolvía su manto oscuro como la misma noche, miraba desde lo alto, arriba en el cielo. Lo saboreaba, aquellas sensaciones eran un éxtasis puro que se consumía lentamente en su paladar, tomo su bastón y el cuervo que le hacia compañía que descansaba plácidamente sobre su hombre se echo a volar, bajando en picada y el solo le vio desaparecer.

Este mundo le agradaba, sin duda alguna; esos seres que caminaban tan distintos en todas las dimensiones posibles eran tan exquisitos.

El Mensajero había visto otros mundos ser consumidos por sus amos, él solo se encargaba de eliminar a lo que sus amos veían como posibles amenazas para que el hobbie favorito de sus patrones se consumara.
No pertenecía a este mundo ni a ningún otro, la razón de existencia no la sabía y a decir verdad tampoco le interesaba mucho. Su forma gelatinosa se ondeaba al ritmo del viento, admiro de nueva cuenta e inhaló profundamente saboreando; odio, deseo, tristeza, envidia, gula, codicia, era el buffet completo, de haber tenido un corazón este se le habría hinchado de puro gozo, pero ahora debía conseguir un vasallo y hacerse de su cuerpo para poder cumplir su misión.

Sabía con exactitud lo que buscaba, su forma gelatinosa retumbaba por la excitación, hacia desde hace un buen rato que la había visto, su esencia era algo que no pasaba desapercibido solo así porque si.
La vio columpiándose con la mirada vidriosa que no tenia dirección alguna estaba llena de ira e impotencia, eso hizo sonreír al Mensajero.

Comenzó a descender y entonces lo vio, su vasallo perfecto. La esencia de aquel muchacho era agridulce y estaba lleno de codicia. El Mensajero se deshizo de su forma gelatinosa y bajo en picada como anteriormente había hecho su compañero el cuervo, tomo el cuerpo de su vasallo irrumpiendo como un huésped inesperado, la esencia de su vasallo luchaba pero era inútil, era el ahora quien mandaba. El cuerpo del muchacho se retorció varias veces, la esencia era fuerte pero aun así no valió de nada.

Cuando estuvo completamente dentro trato de incorporarse  con su nueva forma, observo a su alrededor a aquello que llamaban vecindario, estaba vacio.  El Mensajero  había estudiado con mucho ímpetu y antelación el estilo de vida de esos seres que se le hacían de lo mas divertido, la simple razón de verlos pelearse con ellos mismos le daba bastante risa al igual como se destruían los unos a los otros, aquello era oro puro, sin embargo debía dejar la diversión para otro momento y concentrarse a lo que lo habían enviado.

Se irguió  en todo su esplendor mientras se acomodaba el cascaron, como el llamaba al cuerpo humano, era extraño, de todos los vasallos que hubiese podido tener este cuerpo era de lo mas raro, comenzó a caminar un poco desorientado puesto que las piernas le temblaban como si sufriera convulsiones, ahora que estaba abajo en lo que llamaban la tierra se sintió un poco vulnerable, una ráfaga de viento le alboroto el cabello y se estremeció.

Los cuerpos humanos son muy sensibles, pensó algo enfurruñado por sentirse débil, comenzó a caminar ahora con mas coordinación y por pura inercia sin saber exactamente a donde se dirigía hasta que llego a una enorme casa de color melocotón, el jardín frontal estaba flanqueado por dos enorme arboles de ahí se abría un caminito que conducía a la puerta principal de color caoba con grabados en la parte inferior, El Mensajero vio con los ojos de su vasallo, la fachada de la casa era de estilo tudor, algo extraño el en vecindario, porque las demás casas que rodeaban a esta eran mas vanguardistas. Siguió con la mirada el jardín observando una gama de coloridas flores: orquídeas, rosas, violetas e inclusive girasoles adornaban con elegancia toda la casa. 
Cuando se dirigió a la puerta pudo admirar con más detenimiento los grabados de la puerta, eran ángeles y una frase en alguna lengua mundana. Puso un dedo sobre el botón del timbre y escucho la campanilla sonar que mantenía un tono nasal y aburrido.

Espero y la puerta con ángeles que abrió, El Mensajero odiaba esas cosas, ángeles y demonios eran tan reales como el, pero aquellos seres que habitaban la tierra aun no estaban preparados para presenciar y maravillarse de cosas como él o como los ángeles y demonios, no definitivamente aun no estaban listos, pero faltaba poco para que la venda  se les cayera de los ojos, su cuerpo humano sonrió y la mujer que estaba frente suyo dijo:

— ¿Andrew y donde esta Aarón?

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